"Estamos abrumados por el estilo de vida sedentario y la inactividad física. En la década de los años 50, los franceses caminamos alrededor de 4 a 5 km por día, hoy lo hacemos apenas 1 km por día, en promedio". Es por esto que el profesor François Carré realizó su presentación, enfatizando que el objetivo no es hacer que los pacientes se pongan los tenis, sino ofrecer cambiar su estilo de vida para aumentar el tiempo de actividad física (que incluye viajes, trabajo, hogar, y actividades de ocio).
La actividad física es cualquier movimiento producido por la contracción muscular que aumenta el gasto de energía. En cuanto sobrepasamos el metabolismo básico (1 MET), podemos considerarlo como actividad física. Pero la actividad física no es sinónimo de deporte.
El deporte es una forma de actividad física. Es la realización de un ejercicio físico en un marco reglamentado.
La inactividad física corresponde a menos de 30 min/día de actividad física moderada, continua, o fragmentada. La inactividad física no es sinónimo de sedentarismo.
El sedentarismo se define como el comportamiento que incluye actividades físicas que no aumentan significativamente el metabolismo basal (por ejemplo, sentarse en un escritorio).
Hipertensión en 50%.
Diabetes en 20%.
Accidente cerebrovascular en 30%.
Infarto de miocardio en 30%.
Cáncer en 25%.
Inversamente, la actividad física es una terapia no farmacológica con efectos comprobados. Desde el año 2011, la Haute Autorité de Santé ha reconocido el beneficio de prescribirla a pacientes con enfermedades crónicas.[1] De hecho, la actividad física es un factor determinante de la salud, múltiples estudios han demostrado que ayuda a reducir los riesgos de presentar la mayoría de enfermedades crónicas, particularmente diabetes de tipo 2, hipercolesterolemia, y cáncer. Sin olvidar la hipertensión, donde se han observado diminuciones de 5 a 7 mmHg en la presión arterial sistólica, y de 3 a 5 mmHg en la diastólica (este efecto benéfico es independiente de género, edad, índice de masa corporal, o nivel de presión arterial basal).
El efecto es más notable en pacientes hipertensos, que en normotensos. Los beneficios de la actividad física se extienden a la mortalidad cardiovascular, que disminuye 30% - 55% con la actividad física, mientras que la mortalidad total se reduce 30% - 40%, comentó el profesor Carré.
Otro elemento importante es el hecho de que la capacidad física (potenciada por la actividad física) es el mejor marcador del riesgo de muerte, y esperanza de vida, en una persona sana, o con cualquier enfermedad crónica.[2]
Es una práctica común decir que "moverse quema calorías y, por tanto, el peso, la grasa, el colesterol, y la presión arterial, disminuyen. Pero ahora sabemos que el músculo también actúa como un órgano endocrino, liberando miocinas.
Actualmente se han descrito alrededor de un centenar, sus funciones incluyen bloquear las adipocinas liberadas por la grasa abdominal, pero también tienen efectos específicos sobre los huesos, la angiogénesis, la neurogénesis, etc.", explicó el profesor Carré (Véase también Efectos del ejercicio en el cerebro: ¿Y si la explicación vino del músculo?)
Pero mientras el ejercicio puede aumentar la capacidad de esfuerzo, mejorar la fuerza y resistencia, prevenir el cáncer, y las enfermedades degenerativas, sus beneficios de salud van mucho más allá. También es "el mejor tratamiento psicotrópico, así como el mejor antídoto contra el envejecimiento", dos argumentos que, según la experiencia del Dr. Bernard Pierre (Lyon), son muy convincentes cuando informamos a los pacientes.
El cardiólogo y editor del Am J Cardiol, William C. Roberts, en el año 1984 describió la actividad física como:[3]"Un agente antilipídico, antihipertensivo, inotrópico positivo, cronotrópico negativo, vasodilatador, diurético, anorexígeno, reductor de peso, hipoglucemiante, tranquilizante, hipnótico, y antidepresivo, que confirma que esta es una ‘terapia fantástica’". ¿Qué droga puede igualar estos efectos? pregunta el Dr. Pierre.
Algunas personas argumentarán que, a pesar de los innegables beneficios para la salud, el riesgo cardiovascular aumenta temporalmente durante el ejercicio intenso, o el deporte. Sobre esto, el cardiólogo de Lyon nos recordó que "el ejercicio intenso no crea una enfermedad cardiaca, solo la revela", aunque reconoce que "en ocasiones, la prueba de estrés puede detectar isquemia del miocardio, pero no muestra información relevante en cuanto al riesgo del síndrome coronario agudo".
En cualquier actividad física, de resistencia (caminar, trotar, andar en bicicleta, nadar) o fuerza
(entrenamiento con pesas livianas, gimnasia), la intensidad y duración (incluso algunos minutos) tienen un efecto hipotensor. Sin embargo, este efecto es más destacado con actividades de resistencia y fuerza de alta intensidad y/o duración. Y la regularidad juega un papel importante.
Mínimo:
Para mayores beneficios:
Inspirado por su experiencia, el Dr. Pierre compartió, en su presentación, consejos y argumentos relevantes para convencer a un paciente a realizar y mantener la actividad física:
Como parte de la actividad física, la práctica deportiva en competición, o de ocio, no debe ser sistemáticamente prohibida a los hipertensos. Sin embargo, esto supone, en primer lugar, asegurarse de que no esté contraindicada, teniendo en cuenta el nivel de riesgo de hipertensión, los resultados de una evaluación específica con la prueba de esfuerzo, la presión arterial del individuo, y la disciplina deportiva elegida.
Antes de realizar la actividad física, el paciente hipertenso debe recibir un examen clínico que corrobore que no existe ninguna contraindicación, que incluya anamnesis, examen físico, electrocardiograma en reposo, pruebas de laboratorio, y evaluación de la presión arterial de manera ambulatoria (automedición, o monitorización ambulatoria durante 24 horas). "Esto último también es una oportunidad para hacer hincapié en la enfermedad hipertensiva", expresa el Dr. Philippe Sosner.
En caso de presentar síntomas torácicos, anomalías clínicas (soplo en la auscultación) o del electrocardiograma, se llevará a cabo una evaluación complementaria, en la mayoría de los casos con la prueba de esfuerzo, y una ecocardiografía.
Cuando no se encuentren anormalidades en el examen clínico, se considerará una prueba de estrés en caso de deportes intensos o de riesgo, y más allá de los 35 años en hombres, o 45 años en mujeres, con 2 o más factores de riesgo para la hipertensión.
Como saber si el deporte elegido es adecuado:
Los pacientes hipertensos atléticos (con alto nivel de entrenamiento), y los atletas, se beneficiarán de un ultrasonido, y una prueba de esfuerzo sistemática.
"Con respecto al caso particular de la hipertensión durante el ejercicio, las recomendaciones norteamericanas destacan que una presión arterial sistólica >200 mm Hg en el ejercicio, es predictiva de la aparición de hipertensión futura, pero también de eventos cardiovasculares. Sin embargo, las recomendaciones europeas especifican que el perfil de tensión durante el esfuerzo difiere de las mediciones de la presión arterial en el campo no predice el estado tensional a mediano plazo, y tiene un valor pronóstico independiente, según los estudios.
"En algunos casos, tomar en cuenta la presión arterial brinda un elemento de seguridad en caso de antecedentes de disección y/o aneurisma aórtico", señala el cardiólogo parisino.
?En el sujeto que se ejercita regularmente, la prescripción será de 30 a 60 minutos por día, 5 a 7 sesiones por semana, asociando:
Tabla 1. Balance y monitorización cardiovascular se recomiendan en pacientes hipertensos que desean practicar un deporte[4]
VO2máx= consumo máximo de oxígeno.
En competencia o práctica del "ocio intenso", la clasificación de Mitchell y colaboradores (tabla 2) se refiere a lo siguiente:
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